Mis vistas desde Montreux, camino al nuevo destino
Mi día a día

Nueva etapa. Nuevo destino.

Tomar decisiones siempre ha sido complicado. Desde las más simples a las más complejas, los pros y los contras pueden convertirse en una guerra completa dentro de tu cabeza. Y en ese sentido, mis últimos meses han sido una montaña rusa de muchas decisiones, desde la más sencilla (ir en coche o en tren a trabajar) a la más complicada (dejar una vida montada y cambiar de destino siendo todo una incentidumbre).

A estas alturas de mi vida tengo un máster en este tipo de situaciones. Al final lo importante es seguir adelante y afrontar las montañas que se nos pongan delante. Sean las que sean.

Usando mi exmac en el camping

Cuando la decisión es vital...

... al menos en apariencia.

Una de las cosas que más terror dan es esa maldita pregunta de "¿y si me estoy equivocando?". Y si la decisión no es la correcta. Y si voy a peor.

Bueno, forma parte de ello. Cuando te ves en una situación de tener que tomar un rumbo u otro, es normal tener terror a cometer un error. Pero ¿es un error?. Desde mi experiencia, y ya son 4 decisiones duras en mi vida, no existen los errores en estas situaciones. Porque el camino no se para, el mundo tampoco, la vida menos. Las cosas siguen. Evolucionan. Y de todo se aprende.

Escribo esto 4 meses después de empezar este post. En este tiempo me robaron el ordenador (de ahí que se quedara a medias), he llegado de Alemania a la que se suponía era mi casa y que ya no la siento como tal. He pasado por la etapa de "mierda, la he cagado" hasta llegar al punto actual: todo sigue. La cuestión importante es si te conformas. Porque lo genial y horrible de viajar es que tu propio mundo se multiplica. Y conoces realidades diferentes a las conocidas de antemano. Y eso te agrandece pero te vuelve inconformista. Es normal. Simplemente tu mundo es más amplio y tú cambias. En mi caso así ha sido: Bilbao no ha cambiado. Yo sí.

Miedos, miedos y miedos

Miedo. Y mucho. Es lo que tienen las decisiones de gran alcance. Y entonces aparecen esas dos palabras que acompañan continuamente: "Y SI...". Y si es un error. Y si estamos peor. Y si no encajamos. Y si no encontramos trabajo/amigos/ayuda/etc. Porque es lo malo de esas palabras: los y-sis no tienen fin. Puedes pasarte horas, días, semanas y meses con y-sis sin parar. Se hacen compañeras del cambio y del viaje físico y mental que implica.

Los cambios aterran, es la realidad. Sin embargo, merece la pena darle una vuelta de tuerca y cambiar por un segundo la perspectiva. Lo bueno del miedo es saber que se puede superar. Y en una situación de cambio con mayor razón, porque como decía anteriormente: la vida sigue. Y aunque da vértigo, todo pasa.

A estas alturas de nuestra historia, habiendo salido de bilbao, vivido en Alicante, en Göttingen y en Heidelberg el cambio da más pereza que miedo en parte. No se va el Y-SI porque siempre convive, y más cuando ya estás acostumbrad@ a cambiar cada cierto tiempo. Pero dejas que se calle por momentos. Y sigues el camino.

Viajando por Gaube y Mont Blanc en la vuelta a Bilbao

De aquí y de allí

Es lo que tiene vivir más de 3 años en otro lugar: un pedacito del sitio siempre se queda dentro. Y uno de los handicaps, en ese sentido, al tema de volver es esperar encontrarte en casa y darte cuenta de que esa casa se ha diluido. Es normal: mi casa es la playa de El Campello, la torre de Plesse y las calles del aldstadt y Bahnstadt de Heidelberg. Lo es también el casco viejo, el Pagasarri y Urbasa, como lo eran anteriormente. Eso no se borra. Simplemente se iguala. Y el lugar que considerabas de seguridad, donde creces, donde recuerdas, sigue ahí pero el trozo que no forma parte del mismo grita "¡eh, que también existo!". Y lo que era o esperas que sea tu casa no vuelve a ser lo mismo.

Y surge ese no soy ni de aquí ni de allá. Puede sonar duro y al principio choca (maldito choque cultural inverso...), porque ¿cómo es posible que donde se supone que ibas a estar genial no lo estás? Pero esa sensación, sobretodo si llevas años viajando y empezando en diferentes sitios, se va quitando. No digo que sea al final lo que esperabas: eso no cambia. Simplemente lo aceptas, lo entiendes y lo interiorizas. En mi caso, puedo sentirme de todos los pequeños sitios. Lei hace no mucho en un artículo un título de un hombre que vivía en Luxemburgo y que creo que lo explica muy bien: mi sangre es vasca, mi país es Alemania y mi corazón de ambos. Lo he aceptado.

Cosas de la tecnología

¡Pensemos en positivo! Una de las grandes cosas de vivir en y por la tecnología es que ésta te permite dedicarte a lo tuyo en todas partes. Más allá de esa idea irreal de estar diseñando tirado en una tumbona en una playa paradisiaca (por si alguien lo ha intentado, con el reflejo no hay quien trabaje... seamos realistas, ¡nunca meteríamos un ordenador en la playa!). Un ordenador, una conexión y puedes trabajar. ¡Así de simple!

En España hay cosas aún por mejorar (sí, se puede trabajar en remoto, sólo depende de la responsabilidad de cada uno ¡pero funciona!) pero esa opción existe. Y eso permite que te adaptes a cada parte. Porque el alemán, castellano, inglés o suagili puedes ser lenguajes completamente diferentes, pero el HTML y el CSS es el mismo en todas partes y para poder escribirlo es lo mismo estar en una campa de Bilbao, la pirámide de Keops en Giza o el Annapurna nepalí. Sigue siendo el mismo lenguaje. Y en ese sentido, aunque a veces reniegue de todo, tengo suerte: el diseño web me abre la puerta de trabajar donde quiera. Da igual dónde, de dónde te sientas o cómo lo necesiten.

Conclusión

El miedo siempre formará parte de los cambios. Es ley de vida. Lo que hay que recordar es que el miedo nunca debe detener nuestros sueños. Y si estos sueños no son lo que esperabas, simplemente cambia de nuevo. Porque vida hay una y amaneceres miles. Y si el amanecer de un lugar no encaja, encajará otro.

Simplemente sigue el camino y llegarás a tu destino.

PD : duele hacer este post viendo en la imagen el ordenador que me robaron en La Provence. Va por él, por todo lo que me acompañó el año que estuvo conmigo. Retornando a mi antiguo mac.